Sunday, April 24, 2011

Una mazamorrita para estos Nazis.

Estando sentado en mi oficina hace aproximadamente un mes y medio, me llegó un e-mail de un Reumatólogo en California bien posicionado en la escala jerárquica del American College of Rheumatology que iba dirigido a cientos de reumatólogos en el que se instaba a que abandonáramos el término “Enfermedad de Wegener”, y a cambio utilizáramos un nombre distinto que más parece un trabalenguas.

La razón: existen sospechas de que Friedrich Wegener, quien fue uno de los primeros en describir la enfermedad y en cuyo honor fue nombrada ésta grave dolencia crónica, realizó experimentos en humanos mientras era un oficial médico del partido nacional socialista (NAZI) en Alemania.

Los que me conocen saben de lo apegado que soy a las tradiciones, y lo propenso que soy a desafiar la autoridad y expresar mi opinión. Y con el debido respeto respondí vía e-mail a la junta directiva del American College of Rheumatology que su propuesta me parecía una completa idiotez.

La reacción no se hizo esperar. Siempre nos han dicho que en los EU hay tres temas que no se deben tratar en el lugar de trabajo: sexo, religión y política. Pues al no seguir esta sabia recomendación, me llegaron como 12 e-mails de unos colegas judíos que se sintieron profundamente ofendidos por mi “falta de sensibilidad hacia el holocausto judío” y mi reticencia a querer borrar de la faz de la tierra cualquier cosa que se relacionase con Hitler y su partido NAZI. A pesar de que intenté amablemente explicarles que no soy neonazi y que incluso alguna vez mi aguileña nariz fué suficiente para que un paciente me creyera judío y me empezara a hablar en hebreo, eso no aplacó su ira. Sus e-mails se fueron volviendo cada vez más y más agresivos e incongruentes, al punto que uno de ellos me preguntaba que si “el síndrome de Hitler existiera” yo utilizaría el término tan sólo porque el nombre ya estaba institucionalizado. Intenté entonces cordialmente contestarle con una versión en inglés de “si mi tío tuviera tetas sería mi tía” para hacerle caer en cuenta de la idiotez tan catedralicia que me estaba preguntando, pero no sé si creyó (o intuyó) que me estaba burlando de él y se enfureció aún más.

Luego traté de recordarles que así como los NAZIS habían experimentado en humanos, en la década de los 60s el gobierno americano (a través de médicos americanos), había también experimentado con pacientes psiquiátricos en Alabama y con cientos de Guatemaltecos inoculádonles la bacteria de la sífilis tan sólo para ver cuáles eran los efectos a largo plazo de la infección, y nunca les dieron tratamiento. Tan sólo trataba de hacerles ver que nadie podía tirar la primera piedra, y que si los alemanes tenían a su Friedrich Wegener y a su Hans Conrad Julius Reiter, los gringos también tenían por ahí a unos cuantos HP’s.

Finalmente en mi último e-mail, ya sin la mas mínima intención de ser políticamente correcto, los mandé a comerse un tarrado de mierda y no sin antes animarlos a que dejaran de vivir en el pasado.

Todo lo anterior es sólo para ilustrar que si bien entiendo que Hitler y amigos fueron de la peor escoria que ha dado la raza humana, no soy un fanático anti-NAZI ni nada parecido. De hecho, si hay algo a lo que le tengo realmente miedo (aparte de mi conocida ofidiofobia), es a los fanáticos. De cualquier tipo. Y eso en parte fué lo que me hizo perderle la paciencia a mis colegas fanático-israelíes.

Nada mas peligroso y fastidioso que un fanático. Con ellos no se puede razonar. Por más absurdas que puedan ser sus ideas, jamás podrán entender, escuchar o respetar la opinión contraria. Un fanático es un idiota que se jura tener una misión por cumplir: ya sea liberar el mundo, convertir a todos los seres humanos en testigos de Jehová, o destruír a todo aquel que no comparta sus ideas. Siempre tendrá una excusa, una tangente por la cual salirse o una falsa señal del más allá que lo obliga a proseguir con su cruzada.

Hoy en Colombia salió a la luz pública otro grupo de fanáticos (justo en Colombia, como si hicieran falta): unos “NAZIS criollos”. Una cantidad de culicagados entre 18 y 25 años que enarbolan el antisemitismo y que por alguna razón creen tener cabida en una rama de ese árbol geneálogico ario que promulgaba la limpieza racial y que despreciaba todo aquello que no fuese blanco puro. Se ha visto acaso algo más patético que un mestizo queriendo enarbolar las ideas de la pureza racial?

Se dicen educados, de estratos económicos altos, "antiizquierda y antiderecha" y dispuestos "a morir en las trincheras como todo buen social nacionalista" en caso de que les cierren sus espacios como ha ocurrido en otros países. "Nuestro movimiento es pacífico, pero no pacifista", advierten. Si claro. Eso mismo dicen las FARC, los paramilitares, y lo mismo decían el partido liberal y el conservador (cachiporros y godos) durante los años de la violencia.

Por si acaso algún día uno de estos desubicados colombianos se cruza con esta página, déjenme decirle lo siguiente: primero, ustedes no son blancos. Créanme, veo blancos todos los días, y ustedes definitivamente no lo son: sus fotos son bastante dicientes. Ustedes son unos mestizos claritos, si acaso. Segundo: por más que le hubiesen besado el culo a Hitler en los 30s y 40s, ustedes no hubiesen tenido entrada en el partido Nacional Socialista. Les hubiese tocado inventar el partido NAZI versión Chibcha (NAZICH), pero aún asi Hitler (al estilo de las palabras recientes de John Galiano) hubiese mandado a sus papás y a ustedes mismos a encabezar la fila de entrada a las cámaras de gas, así como lo hizo con los judíos, los negros, los eslavos y toda otra raza “impura” que terminó colándose a los campos de concentración.

De sólo imaginarme un NAZI tomando Mazamorra o a un agente de las SS pidiendo bananito para picarle a un ajiaco me da es risa. Siempre es que en nuestro país todos los días aparece un payaso distinto.

Wednesday, April 6, 2011

Toreando Marranos

Como algunos de ustedes saben, producto de un absurdo "accidente" hace unos 3 meses, he estado con algunos problemas que me han tenido alejado de este blog. No sé si es pura casualidad, o producto del estrés, o si es por el medicamento que estoy tomando, pero ando con la actividad onírica alborotada. No sólo estoy soñando todas las noches (en realidad todos lo hacemos) sino que además me estoy acordando al levantarme de lo que soñé.

Lo que relato a continuación es un sueño que tuve hace 2 o 3 noches. No se preparen para un relato como los de Daniel Samper Ospina en su columna en semana, en los que se inventa unos sueños para al final tratar de hacernos reír con su sarcasmo político (se hace énfasis acá en la palabra "tratar" porque la verdad es que sus columnas, a salvo por algunas excepciones, dan grima); cabe, como mensaje preventivo, decir que Samper Ospina hace poco sacó un libro llamado "el club de los lagartos"; le hizo tanta propaganda en twitter que terminé comprándolo con la platica que me había dado mi cuñada de navidad, y ahora puedo decir que nunca había tenido un regalo de navidad tan pecueco. El libro es malo, desde la página 1 hasta la 234 (hasta ahí aguanté; ahora uso el libro como porta-vasos para evitar manchar mi mesa de noche); así que NO LO COMPREN, que en el Exito seguro que se consiguen porta-vasos más baratos (y divertidos)!!!

Volviendo al sueño en cuestión. Estaba en la plaza de toros de Manizales en una tarde cualquiera de ferias. Yo estaba en tendido 4. Estaba Juan Mora en el ruedo toreando un marranito negro. Era un marranito de unos 50 cms de alto, hagan de cuenta igualito a "Babe el cerdito valiente", pero versión niche. Entonces el marranito corría al encuentro con la capa y Juan Mora le hacía pases toreros: una chicuelina por aqui, una verónica por allá. Arte puro, pero en cámara lenta producto de la velocidad natural a la que puede correr un marrano. Así que el marranito corría a velocidad porcina (precisamente al estilo de "el cerdito valiente"), y el torero lo esperaba y le hacia el pase (desde ahí me di cuenta que tenía que ser un sueño porque Juan Mora era mas alto que el marranito).

Pero como bien sabemos, no existe tal cosa llamada "marrano de lidia". En consecuencia, los cerdos no están hechos para las corridas de toros, y como era de esperarse, éste se cansó. Normalmente cuando un toro se cansa simplemente saca la lengua y como ya no sirve para lo que lo trajeron, se hace candidato a su estoconazo. Pero al marranito no. Juan Mora se acercó y en un gesto compasivo empezó a darle aguita porque tenia sed. Primero le hacia un charquito de agua en el suelo del ruedo, pero ahí no le gustaba. Resultó salamero el cerdito. Entonces el gran Juan le empezo a dar agua con su propia mano y ahi si el marranito tomaba gustosamente, rehidratándose después de la ardua faena. Todos estuvimos de acuerdo en que pa' que matar al marrano y al final lo indultamos.

Sueño con final feliz? No necesariamente. O bueno, si ud es un antitaurino, tal vez si. Porque después vino la segunda parte.

Estando sentados en la plaza de toros, y como el marrano se cansó, pues ya no había bicho pa'torear. Y aunque en Manizales los toros de regalo están prohibidos, en mi sueño no lo estaban y el alcalde decidió que podía salir al ruedo un toro extra (habitualmente es el torero el que regala el toro, pero este era un sueño, así que no todo puede ser ajustado al reglamento taurino, y eso por no entrar a hablar mal del alcalde de Manizales que es también medio inepto).

Se ha dejado venir este TOROTE como de 600 kilos y puro músculo. Porcentaje de grasa corporal probablemente por debajo del 2%. Y cuando todos esperábamos que saliera de los corrales al ruedo por la puerta de los sustos, de repente lo veo al lado mio bajando por las escalinatas del tendido 4. Y llega a la barrera y de un saltito bastante elegante y medio "guey" (sería en realidad "gay" pero en español los extranjerismos se escriben como se pronuncian - ya es Catar y no Qatar-) se lanza al ruedo. Y ahí se armó Troya. Porque este toro además de ser una mole de puro músculo, corría en cámara rápida. Era como si tuviera un volador en donde sabemos. Y atropelló a cuanto torero y subalterno se atravezó. El primero que salió volando y cayó sobre la nuca fue precisamente el pobre Juan. Y de ahí siguió con los subalternos que en vez de ayudar corrían a esconderse al burladero. El problema es que por alguna razón, el toro cabía por el burladero y por tanto los subalternos tenían que salir corriendo por el otro lado del burladero.

En medio del caos total me desperté. La imagen viva de toreros y subalternos todos regados por el suelo del ruedo Manizalita, de un toro bajando las escalas y metiéndose a los burladeros y de Juan Mora haciéndole medias verónicas a un marrano me hicieron carcajear por un buen rato mientas le contaba a mi esposa detalladamente los pormenores del sueño; ella entretanto se reía y a la vez me miraba como "ud si sale con unas cosas muy raras".

Raras si. Pero es que ante un hueso como "el club de los lagartos", hasta una corrida de cerdos resulta entretenida.