Creo que hoy voy a escribir 2 notas.
En la primera (o sea, ésta) solo voy a hablar brevemente de mi reciente viaje a Cartagena de Indias. No pasaba por allá desde hacía como 23 años (más precisamente desde la mitad del año 1987, durante la excursión con mis compañeros de colegio). En esa época fuí en condiciones muy diferentes: rumba, trago, playa, trasnocho y niñas (en especial en este último item me fué mas bien mal, para ser franco) y con presupuesto de estudiante de secundaria.
Ahora regresé en un plan muy diferente. Ya más sosegado, con canas y kilos de más (el deterioro es evidente comparando la primera y la última foto), y con un muy bien llevado matrimonio de mas de 10 años, vuelvo con planes de conocer la ciudad antigua, la que nunca visité, de la que todos hablan maravillas. Y en verdad me llevo una muy grata impresión en los escasos 3 días que estuve.
Pero mi viaje tenia un aliciente mucho mas especial. Iba a acompañar a mi gran amigo Carlos Téllez en su matrimonio, y por ahí derecho a ver a mis otros dos amigos de siempre, Miguel Molano y Juan Carlos Duque. Lo familiar y privado del evento no nos detuvo a la hora de acompañar a un buen amigo. Los años han ido haciendo mella (de eso hablaré en mi próxima nota) en todo menos en la amistad. Ver a mis amigos es lo que más me motiva a ir cada año a Colombia, por encima de cualquier otra cosa. A veces veo a unos y no a otros. Por eso este viaje era tan especial para mi, porque la ocasión se prestaba para que todos estuviésemos presentes. Y verme rodeado de ellos, todos en buen estado de salud, contentos, y cada uno con su esposa definitivamente esta en mi top 2 de cosas que me gusta hacer. No lo cambio por nada.
La vida me ha sonreído en cuanto a la calidad de mis amigos. Estos 3 tipos han sido 3 hermanos más. A sus esposas e hijos los considero una extensión de mi familia. Y sinceramente, siendo que se vive tan solo una vez, no creo haber podido pedir más fortuna que la que ya tengo.
Nota. Terminé tarde. Esta nota a pesar de lo breve, resultó más difícil de escribir de lo que anticipaba. Así que la segunda nota la quedo debiendo para más adelante esta semana.
Wednesday, October 27, 2010
Monday, October 11, 2010
Efecto Dominó.
Poco a poco están cayendo. El cercano círculo del ex-presidente Uribe empieza a verse envuelto en una cantidad de situaciones jurídicas producto de cuestionables eventos que se presentaron en los últimos 8 años. Uno a uno, han ido siendo llamados a a rendir cuentas: el secretario privado por las chuzadas del DAS, Sabas Pretelt por Yidis-politica, ahora Andrés Felipe Arias (el célebre "pincher") por Agro Ingreso Seguro. Jose Obdulio Gaviria y el ex-vicepresidente Franciso Santos imputados con cargos por calumnia. Mario Uribe, el ex-senador y primo cercano del presidente, preso por parapolítico y aparentemente untado hasta el cogote. Eso sin contar las cantidades de ex-congresistas ya condenados por parapolítica (en su mayoría también Uribistas).
Ahora el mismo presidente Uribe tendrá que defender ante el congreso de la república las actuaciones del DAS durante su gobierno. Ya dijo que nunca le ordenó al DAS hacer nada ilegal, y dira que si las chuzadas sucedieron, fue "a sus espaldas". El problema es que ya muy poquitos le creen. Que el secretario privado (y aparentemente Jose Obdulio Gaviria también) estuviese ordenando seguir a magistrados, congresistas, periodistas y civiles sin que el presidente lo supiera, indica o un presidente totalmente desentendido (lo cual contrasta con el "trabajar, trabajar y trabajar" y el micro-manejo del gobierno Uribe) o un presidente totalmente inepto, que reuniéndose dos veces al día con su secretario privado, nunca se imaginó nada.
Algunos se niegan aún a creerlo. Y no se me hace raro. A los Colombianos nos gusta que nos digan mentiras. Somos débiles ante quien nos adula, y somos implacables con quien nos dice la verdad que no queremos aceptar. Durante 25 años nos dijeron que en el Palacio de Justicia ocurrieron irregularidades por parte de la fuerza publica, y que habían civiles desaparecidos y torturados. Adoloridos decidimos mirar para el otro lado y tomar el camino fácil, que era descargar la rabia contra el M-19 (que sin duda alguna sí son los principales responsables, pero esto no salva la responsabilidad de la fuerza pública). Hoy, Plazas Vega, Arias Cabrales y Samudio Molina están contra las cuerdas, y ya está comprobado que efectivamente civiles que salieron sanos y salvos del Palacio fueron llevados a la escuela de caballería y allí torturados muchos, asesinados algunos.
Igual sucedió en 1994 cuando Joe Toft, entonces cabeza visible de la oficina de la DEA en Colombia, utilizó por primera vez el término" narcodemocracia" para describir la infiltración de la mafia con sus dineros calientes en los círculos del poder en Colombia. La reacción de indignación fue generalizada, empezando por el mismo Gabriel García Márquez, pasando por todos los medios de comunicación nacionales, todos los políticos; nos declaramos heridos y se declaró persona no grata a Joe Toft: y todo para que 2 años mas adelante el presidente Samper fuera elegido con plata del cartel de Cali y apareciera el celebre proceso 8.000. Cínicamente, cuando ya a Samper le habían quitado la visa gringa, su mejor disculpa fué "el problema es que mientras en Colombia vivimos en tecnicolor, en los Estados Unidos nos juzgan en blanco y negro".
Para nada disfruto lo que pasa con Uribe y su séquito. Pero dejemos ya de decirnos mentiras. Me reconozco Uribista moderado, pero me parece una desgracia que el presidente que algunos tildan "el mejor de la historia" (ojo, que sea lo mejorcito que hayamos tenido no significa que haya sido un buen presidente) se haya valido de métodos ilegales para lograr sus objetivos.
Lo que dije alguna vez efectivamente parece ser cierto. El afán del ex-presidente Uribe en buscar una nueva reelección parecía estar más motivada en tapar las cochinaditas que podían salir a flote, que en pensar en el verdadero bienestar del país. Cuando el presidente ya iba de salida, anunció la necesidad de "blindar a los miembros del estado" contra la clase de procesos que llevaron a Luis Alfonso Plazas Vega a la cárcel. Pero como se ven las cosas, parece que estaba era tratando de blindarse a si mismo y a sus amiguetes.
Ahora el mismo presidente Uribe tendrá que defender ante el congreso de la república las actuaciones del DAS durante su gobierno. Ya dijo que nunca le ordenó al DAS hacer nada ilegal, y dira que si las chuzadas sucedieron, fue "a sus espaldas". El problema es que ya muy poquitos le creen. Que el secretario privado (y aparentemente Jose Obdulio Gaviria también) estuviese ordenando seguir a magistrados, congresistas, periodistas y civiles sin que el presidente lo supiera, indica o un presidente totalmente desentendido (lo cual contrasta con el "trabajar, trabajar y trabajar" y el micro-manejo del gobierno Uribe) o un presidente totalmente inepto, que reuniéndose dos veces al día con su secretario privado, nunca se imaginó nada.
Algunos se niegan aún a creerlo. Y no se me hace raro. A los Colombianos nos gusta que nos digan mentiras. Somos débiles ante quien nos adula, y somos implacables con quien nos dice la verdad que no queremos aceptar. Durante 25 años nos dijeron que en el Palacio de Justicia ocurrieron irregularidades por parte de la fuerza publica, y que habían civiles desaparecidos y torturados. Adoloridos decidimos mirar para el otro lado y tomar el camino fácil, que era descargar la rabia contra el M-19 (que sin duda alguna sí son los principales responsables, pero esto no salva la responsabilidad de la fuerza pública). Hoy, Plazas Vega, Arias Cabrales y Samudio Molina están contra las cuerdas, y ya está comprobado que efectivamente civiles que salieron sanos y salvos del Palacio fueron llevados a la escuela de caballería y allí torturados muchos, asesinados algunos.
Igual sucedió en 1994 cuando Joe Toft, entonces cabeza visible de la oficina de la DEA en Colombia, utilizó por primera vez el término" narcodemocracia" para describir la infiltración de la mafia con sus dineros calientes en los círculos del poder en Colombia. La reacción de indignación fue generalizada, empezando por el mismo Gabriel García Márquez, pasando por todos los medios de comunicación nacionales, todos los políticos; nos declaramos heridos y se declaró persona no grata a Joe Toft: y todo para que 2 años mas adelante el presidente Samper fuera elegido con plata del cartel de Cali y apareciera el celebre proceso 8.000. Cínicamente, cuando ya a Samper le habían quitado la visa gringa, su mejor disculpa fué "el problema es que mientras en Colombia vivimos en tecnicolor, en los Estados Unidos nos juzgan en blanco y negro".
Para nada disfruto lo que pasa con Uribe y su séquito. Pero dejemos ya de decirnos mentiras. Me reconozco Uribista moderado, pero me parece una desgracia que el presidente que algunos tildan "el mejor de la historia" (ojo, que sea lo mejorcito que hayamos tenido no significa que haya sido un buen presidente) se haya valido de métodos ilegales para lograr sus objetivos.
Lo que dije alguna vez efectivamente parece ser cierto. El afán del ex-presidente Uribe en buscar una nueva reelección parecía estar más motivada en tapar las cochinaditas que podían salir a flote, que en pensar en el verdadero bienestar del país. Cuando el presidente ya iba de salida, anunció la necesidad de "blindar a los miembros del estado" contra la clase de procesos que llevaron a Luis Alfonso Plazas Vega a la cárcel. Pero como se ven las cosas, parece que estaba era tratando de blindarse a si mismo y a sus amiguetes.
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