“ Más que ideas, a los hombres los separan los intereses”
- Alexandre de Tocqueville-.
Cuando pienso en la palabra “lealtad” en el contexo Colombiano, por alguna razón la primera imagen que se me viene a la cabeza es una de las tantas que muestran en nuestros programas de televisión donde hay un sicario con marcado acento paisa diciendo “patrón usted sabe que conmigo cuenta pa’ las que sea”.
Ese es el concepto que tenemos en Colombia de la lealtad, con muy contadas excepciones: “pa’ las que sea”.
Aunque fué una semana tan políticamente movida por el nombramiento de Clara Lopez como alcaldesa de Bogotá a pesar de hacer parte de la administración responsable del descalabro actual, y por el continuo incumplimiento por parte de nuestro presidente de sus promesas electorales (afortunadamente), fué la renuncia de Antanas Mockus al partido verde y su negativa a apoyar a Peñalosa por rodearse del Uribismo la que se robó el premio al evento político de la semana.
Y da gusto ver que Mockus es una de esas contadas excepciones que tiene claro que el concepto de leatlad no se puede prostituír, ni es inmune al paso del tiempo. No dejó que a su ideario le fueran impuestos afanes cortoplacistas ni marrullas Uribistas. Uno acompaña a los amigos hasta el cementerio, pero no se entierra con ellos. Y Mockus prefirió enterrarse sólo que con Peñalosa. O dicho de otra forma, mejor sólo que mal acompañado.
Mockus no le fué desleal a Peñalosa. Mockus le fué leal a sus propios ideales. Porque mientras Mockus intentaba construir un partido fiel al mapa trazado originalmente (su paupérrima eficiencia es motivo de otro debate), Peñalosa se comportó como un político tradicional: cortoplacista y ambicioso.
Claro está, que todo lo mencionado es tan sólo un sintoma más de lo políticamente inmaduros que somos en Colombia, donde ante la falta de identidad política, uno termina es escogiendo candidatos y no partidos.
En Colombia un tipo que supuestamente era salido de la entraña del partido liberal como Alvaro Uribe, terminó siendo el más godo de todos los presidentes. Un tipo como Juan Manuel Santos, que hizo campaña presidencial prometiendo ser aún mas godo que Uribe, termina ejecutando un plan de gobierno que parece copiado de lo que proponía Mockus en su momento. Un exmiembro de la guerrilla izquierdista M-19 no sólo termina haciendo campaña coqueteando con algunas ideas de derecha, sino que además ofrece alianzas políticas con personajes que a todas luces pertenecen al ala conservadora del pais mientras al tiempo pone su granito de arena para bajarse al alacalde del que hasta hace menos de un año era de su propio partido político.
Por eso es que en Colombia no hay partidos. Porque al final, los partidos no son más que plataformas sin ideas que ciertos personajes usan para satisfacer sus ambiciones personales, pero que una vez logran llegar a donde querian, olvidan y gobiernan dependiendo como se imaginan que deberían ser las cosas (o peor aun, dependiendo de como las cosas pueden ser mejor para el y sus compinches), y no con las ideales partidistas que se adjudicaron el tirunfo. En Colombia hay godos ateos, liberales fascistas, izquierdistas capitalistas y homosexuales papistas. No hay ideas, solo maquinarias burocráticas.
Es por eso que en Colombia uno no puede votar por partido, sino por candidatos.
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