Saturday, September 4, 2010

De culos pa'l estanco.

Todos nos creemos especiales, de una u otra forma. No significa que nos creamos más especiales que los demás (algunos sí están convencidos de ello, claro está). Pero el instinto gregario nos impulsa hacer parte de diferentes grupos, e independientemente de que el acceso a esos grupos sea activo (uno busca acceder a elllos) o pasivo (uno sin darse cuenta resulta ahí metido) el sentido de pertenencia finalmente nos tiende a hacer sentir que ese grupo al que pertenecemos también es especial.

En particular, siempre he sentido que mi generación fue privilegiada. A nosotros nos tocó la vida vieja y la nueva. Nos tocó la vida sin celulares, computadores, redes sociales, e-mail y todas esas maravillas. Epocas en las que si uno llamaba a un amigo a su casa y no estaba, uno le dejaba la razón y se asumía que no recibiría el recado hasta unas cuantas horas mas tarde. O si a uno le gustaba una canción, no bastaba prender un ipod, sino que tenía que hacerle rewind a todo el bendito casstette para poderla oír (con cierto grado de susto porque daba uno con grabadoras viejas que enredaban la cinta). Tuvimos la fortuna de conocer el antes y el después del boom tecnológico. Hemos sido testigos y actores de lo que era la vida antes y lo que es ahora. Esa es mi generación.

Me siento bien como parte de ella. Pero que pasa cuando los de la generación de uno no son como uno? Que pasa cuando uno se empieza a dar cuenta que la gente con la que uno creía comprartir principios de vida, valores, crianza y educación, que compartieron con uno ciudad, salones de clase, colegios, profesores, sitios de rumba, despertar sexual, novias, aficiones y tantas otras cosas más, no son como uno. Que sucede cuando uno ve que gente que por años me ha saludado por el nombre en cualquier esquina de Manizales empieza a aparecer en los medios de comunicación, acusada de hacer parte de "los otros": del grupo de los pícaros, los deshonestos, los tamposos, los abusivos y marrulleros?

Ultimamente la avalancha de rumores en Manizales sobre chanchullos, desfalcos y administraciones cuestionadas es abrumadora; en el gobierno municipal, en las diferentes regiones de Caldas, e incluso en una institución tan amada como lo es el Once Caldas. Y con tristeza veo a amigos, conocidos, ex-compañeros de trabajo y ex-jefes defendiéndose como gato patas arriba tratando de desvirtuar acusaciones, apuntando dedos los unos a los otros y tratando de sacarse en limpio.

Yo no sé quién es culpable y quién no lo es. No sé quién esta siendo usado como chivo expiatorio y quienes son los tramposos. Sólo sé que esto se suponía iba a ser distinto. Siempre pensé, ingenuamente, que mi generación iba a ser diferente; la que habia entendido y aprendido de los errores de las anteriores, y que por ello mismo iba a ser mejor. Y que iba a brillar ante todo por su decencia. En mi cabeza, éramos una generación privilegiada de Manizalitas y éramos especiales.

A estas alturas hay muchas preguntas, pero remato con esta: la próxima vez que vaya a Manizales, que hace uno cuando alguno de estos personajes se me acerque en la calle o en el tendido 6 de la plaza de toros, y tenga la desfachatez de acercarse y preguntarme "Que hubo Andrés, como estás?"...

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